Después de una larga ausencia visito nuevamente a Santiago de Cuba y ¡puf!… ¡Qué sorpresa!… Ante mi se abrió una ciudad que no parece haber sufrido el embate del huracán Sandy porque ahora se reconstruye por el huracán de santiagueros que no se conforma con lo arrancado por la naturaleza.
Este fenómeno humano se mueve en todas las direcciones del territorio y a una velocidad que le permita celebrar este 25 de julio su medio milenio de existencia con una ciudad embellecida.
En este territorio, capital del oriente del país, un torbellino de gente laboriosa cambia la imagen de calles, avenidas, repartos, casas, edificios, parques, paseos, unidades gastronómicas y comerciales y cuantas obras se encuentren a su paso.
Bajo la influencia de las fuertes temperaturas del verano, en esta ciudad el olor del cemento se mezcla con el de la fiesta carnavalesca que retumba las calles como un terremoto por el paso de congas, comparsas y paseos, una tradición cultural que muy pronto alcanzará la condición de Patrimonio Inmaterial de la nación cubana.
Gigantografías, vallas, carteles, murales y pinturas, reflejan también el entorno cambiante de Santiago que la describo como diferente, nueva, linda, transformadora, porque…… ¡Santiago es siempre Santiago! Y así lo quiere su gente.